lunes, agosto 03, 2009

Brígida y Abdón XI

(...Continuación del capítulo X)

Ya no los veo. Deben estar entrando al antejardín. Qué hago, qué hago, qué hago. ¡ya sé! Me pongo las zapatillas sin abrocharlas. Tomo las llaves de mi casa. Siento que cierran la reja. Bajo la escala corriendo, salto los últimos escalones. Escucho que entran conversando. Mi mamá dice:

-no sé donde estará esta niñita, el otro día salió sin avisar, despues llegó con un montón de fotos de bigotes-

Voy a la pieza de mis padres, abro la ventana. Salgo hacia un pasillo exterior. Cierro la ventana. Me salta el corazón, caleta, te lo juro.

Corro por el pasillo, abro la puerta, salgo al antejardín. Cierro la puerta suavemente. Me asomo por la ventana, veo sus siluetas subiendo por la escala hacia mi pieza. Voy a la reja, abro en silencio, nunca antes había sido tan delicada, siempre salgo y portazo.
Estoy en la calle, soy libre, nadie más se ve en mi cuadra, nadie que me pueda acusar. Soy libre por fin. Corro sin rumbo pero corro. Escapo de no sé bien qué, pero escapo. Tengo que huir, no soy capaz hoy de mirarte a los ojos.

Me detengo en seco. Cómo sabré si te has ido de mi casa o no. Doy vuelta y regreso, tengo que volver para ver el momento en que salgas de mi hogar. Camino sigilosa, parezco cabra chica. Pero nadie me ve, así que no importa.

Camino por la cuadra de el frente. Me escondo detrás de los autos. Hay una camioneta en la casa frente a la mía. Ahí me escondo. Respiro hondo, respiro mucho.

Estoy desesperada, me tiemblan las manos, te lo juro. Recuerdo anoche. Me hice la dormida.

-¿estás despierta?-

Preguntaste unas cinco veces. Guardé silencio y no abrí mis ojos nunca.
Sólo hoy en la mañana hablamos algo sobre los mankekes que estaban vencidos. Me los llevé conmigo, pero era mentira lo de la fecha de vencimiento. Estaba muerta de hambre. Me los comí camino a mi casa. Lo bueno es que no estaban tan molidos.

Ahora sales de mi casa. Te veo. Le dices chao a mi mamá. Sales, cierras la reja. Miras para ambos lados, me buscas quizás. Te vas con las manos en los bolsillos.

Respiro de nuevo. Me vuelve el alma al cuerpo. Espero unos segundos, sale de una casa el dueño de la camioneta donde estoy escondida. Me mira extrañado.

-estoy jugando a las escondidas-

Se ríe. Miro a todos lados y corro avergonzada. Voy a mi casa. Abro la reja, ya no te ves desde aquí. Entro.

-¿y tú? recien estuvo...-
-sí, sí me lo encontré afuera-
-te dejó algo arriba-
-okei-

Subo rápido a mi pieza. Sobre mi cama está la misteriosa bolsa negra que traías. La abro. ¡nooo! es el dinosaurio de peluche que te conté que vi el otro día y que no pude comprar porque era muy caro para mí.

Hay una tarjetita junto al dinosaurio. La abro. Dice: "Te quiero mucho, amiga".

¡Aaaaaaaaaaaaa! histeria full.
"amiga" "amiga".
Cierro la puerta y no aguanto las lágrimas. Está todo tan claro. Me abrazo al dinosaurio. Prendo la radio. Suena una canción de un grupo que te gusta, no sé como se llama. Es linda pero la apago.

¡maldición, todo empeora! Jueguitos de la verdad. Soy tan aweoná.

1 comentario:

Garvo dijo...

sin duda el mejor capitulo, me emocione un poco.

Aveces me cuesta pensar que es una historia ficticia. Me puse al día con la historia y espero la proxima!