jueves, octubre 15, 2009

Temporada Nº2

Brígida y Abdón Capítulo XX


Hoy es día de lluvia intensa. Me gusta cuando llueve así porque las gotas golpean fuerte en mi techo y yo pongo la radio y todo junto suena como película con banda sonora. Bueno, tú me entiendes.

Me acuerdo de unas vacaciones de invierno que tuve en la playa: lluvia torrencial más radio vieja, sonaban Limp Bizkit y Deftones.

Si fuera por mí, hoy estaría en pijama todo el día (igual que ayer y anteayer), pero tengo que recibir a la Amalia, la chica que te carga, la rubia de la banda electro pop, la chica guapa del curso, jajajaja, y que sé que si lo digo me odias.

Mi mamá hace vestidos, toma medidas y arregla ropas. La Amalia quiere encargarle uno de sus diseños para una presentación muy importante que tiene con su banda. Me contó y yo le comenté de mi mamá, y desde ahí que ambas son buenas amigas. Han hablado varias veces por teléfono, intercambian diseños de vestidos por el mail (mi mamá tiene mail y siempre me manda correos con cadenas súper entretes, algunas veces no tanto). La Amalia me dijo por el MSN: "tú mamá es un amor, es la suegra ideal". Igual me dio cosa su comentario...¿suegra?

La Amalia es soltera, pero le llueven pretendientes porque es súper guapa y fresa y cool, pero es un poco tonta, hueca y egocéntrica. Un poco harto en realidad.

La cosa es que hoy viene a tomarse las medidas, ese momento donde mi mamá te llena de alfileres y te rodea con su huincha de medir. Me pregunto yo si la Amalia cancelará su visita, ya que con esta lluvia no creo que alguien quiera salir de su casa.

No me bañé, sólo me mojé el pelo y lo ordené un poco. Sí, soy flojo y cochino y qué tanto.

Tocan el timbre. Debe ser ella. Estoy jugando playstation. Lo apago, no quiero parecerle infantil.

-abre tú- dice mi mamá, que anda con sus cosas de costurera para allá y para acá.

Abro la puerta, la veo. Está con un abrigo fucsia y con un paraguas verde transparente. Su mamá la acompaña, está poniendo alarma al auto. Su madre es igual a ella pero más vieja, me da una idea de lo que será la Amalia en unos años más, y no está nada mal el porvenir. Me río solo.

-holaaaa- dice la Amalia, que me abraza como si fueramos amigos del alma.
-holaaaa- respondo con la misma efusividad hipócrita.

-adelante, pasen, que se mojan- digo enseñando mis buenos modales.

Dentro, las recibe mi madre y también enseña sus modales. Si supieran que cuando se quema en la cocina se le escapan los "conchetumadre" más hermosos que he tenido oportunidad de oir en mi corta vida.

-hola, pasen, asiento- mi mamá las lleva al living, convirtiéndose hoy en la mujer más educada del planeta.

-hijo, lleva los paraguas a la cocina por favor- ¿por favor? jajajja, no me queda otra que seguir órdenes. "te tienen pa' los mandados" me dirías tú en este momento.

Hago caso, dejo los paraguas goteando en la cocina, apago la tetera. Llega mi mamá. Saca dos tazas (de esas que nunca usamos y que son para ocasiones especiales).

-saca dos cucharas de esas con mango, ah y dos platos de los verdes, dónde dejé las sacarinas, echa galletas en el pocillo con flores y no te las comas porfis- dice mi mamá aplicando todas sus técnicas protocolares.

-té quiere tu compañera y la señora un café- yo sólo sigo las ordenes de mi mami, pero apenas ella se distrae las galletas sufren graves bajas. Saco tres tritones (porque son de frutilla) y para que no me reten me las meto al bolsillo.

Le ayudo a llevar las cosas al living. Me da nervio tropezar y quedar frente a la Amalia como un torpe (que sí lo soy, pero ella no debe saber).

La Amalia se quitó su abrigo y pucha, es super guapa. Es el comentario baboso del día. De todas formas, trato de no mirarla.

Las mujeres conversan y blablabla. Me voy a mi pieza. Tomo la guitarra, pero no sé ni tocar. Rápido pasa el rato y vuelvo al living. Creo que han terminado, ríen y blablabla.

Las visitas se levantan. Me alegro. Hablan cosas que no entiendo, cosas de telas, de presupuestos, cosas de belleza y del programa de la Tyra Banks.

Voy por los paraguas. Se los paso. Me pongo mi parka para acompañarlas hasta la calle. Ahí me despido. Se suben al auto.

-chao- dice mi mamá muy amorosa desde la puerta de la casa. Yo también digo chao desde la reja. El auto azul se va. Ya no llueve. Entro, voy a cerrar la reja y veo en el suelo un botón fucsia.
¿será de la Amalia? Abro la reja, salgo y lo recojo. Me levanto, miro hacia la esquina. ¿tú?
Miras hacia el frente a una pareja que camina, luego te das cuenta que te estoy mirando.

¿y tú?- te digo.
-.....¿y yo?...- me dices después de unos segundos.

Me río. Estás toda mojada. Te ves tan tierna. Pareces estar en otro mundo, en otro lugar.

-ven po-
-es que ya me iba po-
-¿y no me pasaste a ver?- no me respondes.

Camino hacia ti. Te abrazo.

-loca, qué haces parada acá-
-nada, si pasaba por acá nomás-
-mentirosa, se te asoma una sonrisa cuando mientes ¿venías a verme?-
-no, te juro, yaaaaa que pesao-
-oye entra, mi mamá va a hacer sopaipillas-
-¿en serio?-
-sipo, hace tiempo que no comimos y tengo caleta de ganas, locaa. Ven, vamos, te voy a dar un tecito porque tienes la nariz rojita-

Estás como volada, eso pensaría si supiera que no fumas esas cosas.

-¿vienes o no?-
-eeeh..ya-

Estás muy extraña y me da miedo un poco, es como si hubieras visto algo shock, un ovni elevarse, unos fantasmas, un choque catastrófico, no sé.

Caminamos hacia la casa.

-¿qué traes en esa bolsa?-
-no, nada, era basura-
-ah. Pasa nomás, yo cierro, si sabes que eres de la casa-

Entras, vas hacia la puerta.

-pero oye, límpiate los pies ahora, que siempre se te olvida-
-oye que pesao, siempre lo hago-
-jajajajajjaa-
-por puro que una vez entré con caca en las zapatillas-

Entramos, mi mamá se pone tan contenta de verte, esa es mi verdadera mamá, no la otra amorosa falsa, y es que a ti te adora, tú lo sabes, y para ti ella haría mil sopaipillas.

Voy a la cocina para servirte un té. Siempre que tengo la oportunidad de atenderte lo hago.

Cuando tomas té siempre agarras la taza con ambas manos, para calentarlas. Y lo soplas harto rato o lo revuelves a veces como hipnotizada.

La nariz roja te queda tan linda. Te quiero dar un beso, cuando mi mamá se distraiga de nuevo te tiraste.

Vuelvo al living con el té. Conversas con mi mamá. Te paso la taza. Mi mamá se retira. Te paso las galletas Tritón que tengo aún en el bolsillo. Las había olvidado.

-sé que son tus favoritas-
-de frutilla, gracias-

Me miras fijo, y algo me tienes que decir, lo sé.

-te extrañé caleta- le digo.
-y yo a ti-
-la lluvia es linda pero nos separa a veces-
-sí-

Hay un silencio, no incómodo, porque entre los dos los silencios son lo mejor que nos ha pasado.

(continuará...)

-TILLO-
Jueves, 15 de octubre de 2009 (03:39:21)

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