lunes, agosto 10, 2009

Brígida y Abdón XV

Despierto. Escucho algo que no es común. Es como si hubiesen tirado una piedra a mi ventana. Es domingo, son las 6 de la tarde. Alguien está atacando mi ventana. Algo golpea mi ventana nuevamente. Me levanto, me duelen los ojos. Muevo la cortina. Eres tú. Me haces señas de saludo. Me pides que baje. Te hago entender que me esperes. Me pongo las zapatillas. Suena mi celular. Eres tú.

-qué pasa-
-te espero en el parque, donde siempre, apúrate-
-pero qué....- cortaste.


Me apuro. Salgo de mi casa corriendo. Hay una hoja verde muy bonita en el suelo. Siempre me han llamado la atención las cosas botadas. Este papel tiene que ser algo especial. Lo recojo. Me río, es tu letra:

"Te espero en el escondite de siempre, pero antes pasa por los chocolates"

Creo entender. Una vez para pascua me escondiste huevos de chocolate en el parque. Camino apurada con una sonrisa que no puedo ocultar.

Tercer árbol al lado del columpio amarillo. Hay un nido artificial. Igual al de aquella vez. Hay huevitos y conejos de chocolate. Otro papel, esta vez de color rosado. Dice:

"Sé que no es pascua, pero siempre que ves huevitos de chocolate te dan ganas de comer".

Es tan cierto.

Ahora voy al escondite de siempre. No hay mucha gente en el parque hoy, debe ser la hora. Me apuro en llegar a esos arbustos grandes que tienen forma de una garra. Ahí nos tirábamos a dormir la siesta o a escribir canciones que nunca despues tuvieron música, excepto esa que decía "oye beibi si te duermes yo te pego". Le hice una música media cumbianchera, pero nunca más la cantamos. Sólo en esos días de demasiada nostalgia, como hoy, que al hacerme visitar estos lugares me has llenado de bonitos recuerdos, bueno, todo contigo son bellos recuerdos.

Me asomo debajo de los arbustos y ahí estás. Te ríes.

-entra-

Me arrastro por el pasto y me meto en el escondite. Ambos estamos acostados de espalda.

-¿cómo estai?-
-en estado de nostalgia ¿y tú?-
-también...hace tiempo que no visitábamos este lugar-
-oye sí-

Miramos el "techo" del escondite. Todavía se mantienen unos pedazos de lanas que atábamos.

Me miras. Me aguanto un poco, pero sólo un poco y también me volteo a mirarte. Nos observamos por harto rato. Siento que me quieres dar un beso, pero últimamente me pones insegura en mis intuiciones. A pesar de eso, he acertado a todas las veces. Sólo es inseguridad.

Me acaricias el rostro. Cierro los ojos. Hay un viento agradable. Lo siento en mi cabeza. Me besas. Muy suave. Muy suave y largo, lento, eterno. Estás cerca y lejos a la vez. No sé como explicarlo. Es un beso suave, lento. infinito.

Te escondes en mi cuello. Te abrazo. De la nada me acuerdo de una vez que nos enojamos. Llovía muy fuerte. Yo sabía que no tenía la razón, pero me enfurecía tu forma de decírmelo. Fui corriendo a encontrarte a los videojuegos para pedirte perdón. Tú estabas enojadísimo jugando "Mortal Kombat".

Entré al local, no me viste. Compré dos fichas. Me puse a tu lado, seria y sin mirarte. Eché una ficha. Me quedaste mirando, tampoco dijiste nada. Apreté los botones. Entramos al modo de dos jugadores. Tú elegiste Liu Kang, yo a la Sheeva.

Round 1: me mataste sin golpe en contra. Me duele el orgullo, pero tú juegas siempre y yo no. Además, estamos recien empezando.

Round 2: dura mucho, ambos escapamos, tenías todo para ganarme pero dudaste y ahora estás en "danger". Te aplasto y gano. Me siento mejor. Alcanzo a percibir tu miedo a perder.

Round 3: Estás enojado. Apretas fuerte los botones y palanca. Intentas sacar trucos de todas formas. Yo me cubro. No me queda otra. Te pego unos buenos puñetes. Te gano, no lo puedo creer. Fatality.

-ai, no sé hacer esa cosa-

Tomas mis controles y conviertes a Liu Kang en guagua. Me río. Saco la otra ficha de mi bolsillo.

-¿quieres tu revancha?-
-no, guardémosla. Paró de llover. ¿Te voy a dejar a tu casa?-
-bueno-

Caminamos y me abrazas.

Vuelvo al parque. Veo unas lanas rojas con blanco, que en realidad son grises ya.

Todavía estás en mi cuello.

-anunciaron lluvia para hoy-
-ah, no sé-
-sí, te voy a dejar a tu casa?-
-¿y no me puedo ir a la tuya?-

Silencio. Nos miramos.

-sí puedes-
-vamos entonces-

Salimos del escondite. Hace frío. El cielo está muy gris. Caminamos por el parque. Te doy un chocolate. Me tomas la mano y cantas "oye beibi si te duermes yo te pego". Sonrío.

-TILLO-
Lunes, 10 de agosto de 2009 (23:59:21)

1 comentario:

Garvo dijo...

los papás de estos chiquillos son muy bacanes porque no le ponen atados en quedarse en la casa del otro. Grande los papás asi!