lunes, agosto 17, 2009

Capítulo XIX

(Continuación del capítulo XVIII)

Estoy entre volver a mi casa o ir a la tuya y exigir una explicación. Pero es que no entiendo por qué la Amalia te visita, menos en un día como hoy. Ella debería estar en su casita, con su estufita y sus ropitas abrigadoras, escuchando su electro pop, leyendo libros tan interesantes, comiendo cositas con nombres tan extraños, viendo estúpidas películas donde no pasa nada.

¿Qué se supone que hago yo ahora? ¿Qué harías tú en mi caso? Y no le digo al dueño de esta sopaipilla que tengo en mi bolsa, le digo a usted, señor lector. ¿Qué haría usted en mi lugar?
Resulta que el niño que me gusta está en su casa y yo lo vine a ver, en un día donde sólo los tontos como yo salen de su hogar. ¿La razón? me gusta y qué. Soy tonta y qué. No tengo miedo en decirlo, aunque en verdad, como que tampoco quiero decirle a alguien. Es como un secreto, pero en el fondo igual se sabe...No sé. Lo que pasa es que...a este niñito lo conozco desde hace un tiempo ya y como que me gusta desde el principio. Y en realidad como que yo a él también, pero bueno, para qué ponerle nombre a la relación, ¿cierto?

¿Qué se supone que hago yo ahora? Es que es muy raro, además, estos días hemos estado hablando de la Amalia, o yo la he tenido en la cabeza mucho rato, por culpa de sus coqueteos y de tus miradas hacia ella.

¿Qué se puede hacer? Bueno, a todo esto, si su consejo era entrar y darle la sopaipilla al chiquillo, olvídelo porque ya me las comí. Lo siento, me dio hambre la situación.

¿Me aconsejará algo? ¿Alcanza a entender mi situación?
¿Qué pasa si se están visitando a escondidas? y es que de harto me debo haber perdido en estos días de lluvia. Él conectado al chat, sé que la tiene entre sus contactos y a ella le encanta la vida por el internet. Si hasta página web tiene la señorita, de ella y de su banda electro caca.

No sé. Me está dando frío y el consejo como que no llega. Me acuerdo de la película esa, "Singin' in the rain", donde Gene Kelly se despide de su enamorada y todo embobado se pone a cantar bajo la lluvia. Pero no es la misma situación. Que linda esa película, me dieron ganas de película. Me voy a mi casa mejor. ¿O no, dice usted? Paró de llover. No sé si eso es bueno o malo, ¿será una señal? Por lo menos yo lo veo así: Paró de llover, significa que me tengo que ir a casa, porque si hubiese seguido la lluvia, mi más cercano refugio era la casa del susodicho. ¿o no, dice usted?

Ahora que paró de llover podría pensarlo unos segundos más. Miro unos pajaritos que vuelan hacia un árbol sin hojas. El cielo ya no es tan gris. Hacia el oeste veo un tímido arcoiris. No es ilusión mía , ahí está. Que bonito se ve. Por el frente camina una pareja, van de la mano. Seguramente aprovechan que paró la lluvia para salir a comprar algo. Me quedan mirando. Los miro. Que es rico sentir otra mano estrechada a la tuya. Miro a su segundo piso. Hay en su ventana un destello del sol que empieza a asomarse entre las nubes. Se escuchan pajaritos.

En unas nubes veo una cara de oso. Parece feliz. Me conmueve una extraña sensación de placer. Me siento flotando. Me llena la melancolía de pensar en unos besos tuyos. Por fin me decido. Volveré por un rico té con canela de mi mamá.

Yo que me voy a voltear y tú que sales de tu casa. Te miro, me miras. Nos vemos. Silencio en el lugar.

-¿y tú?-
-¿y yo..........?-

Qué se supone que hago yo ahora, señor lector.

FIN DE LA PRIMERA TEMPORADA.
Brígida y Abdón XVIII

Escucho la lluvia. Miro por la ventana hacia la calle inundada. No hay autos, no hay gente, no hay forma de que mi mamá me deje ir a verte hoy. Estoy como ansiosa, estoy empezando a ponerme nerviosa. No me gusta el encierro, y creo que si tuviera que estar encerrada, sólo lo soportaría contigo. Ahora que lo pienso, en tu pieza nos la pasamos bien encerrados. En qué ira. ¿encierro compartido?

Pienso en la romántica historia de una pareja de ladrones, hombre y mujer, que se amen con locura. Sí, como los de Pulp Fiction. Sería bonito que si los atrapan, los encerraran juntos. Me imagino mucha pasión dentro de esa celda. Así sería bonito que atraparan a cualquiera. Así sería bonito salir a robar. Ajajajaa. O sea, me refiero a.....nada, esto de pensar en voz alta a veces termina confundiendo las cosas.

Tengo un plan, así de bandidos, para salir y escaparme a tu casa, pero si me llegan a pillar se acabó todo. Y no habrá celda compartida, nada de nada.

Tomo mi chaqueta, mi paraguas. Tengo mis botas puestas. Me pongo la chaqueta. Me armo de valor. Bajo la escala, con cautela. Me asomo, nadie a la vista. Abro la puerta, en silencio. Cierro, en silencio. Salgo al antejardín. Cruzo el portón. Cierro. Me golpea la ola de frío. Abro el paraguas. La lluvia azota fuerte. Tengo mis pies en un charco. Empiezo a caminar apurada hacia tu casa.

El agua cae en diagonal. Hay un viento que azota los árboles.

No hay nadie en la calle, no hay autos tampoco, es que es imposible andar. Me siento tan bien de ir hacia tu casa. Pronto te veré y estarás tan feliz de que te haya ido a visitar.

En una casa dice: "sopaipillas caseras". No lo pienso dos veces y golpeo la puerta. Me abre una niñita de rulos. De inmediato llega su madre.

-¿si?-
-hola, quiero unas sopaipillas-
-¿cuántas?-
-dos-
-¿cuántas monedas son, mami?- dice la niña de los rulos.
-dos, hija-
-son dos monedas-
-ahí están- le paso doscientos pesos en sus pequeñas manitos.

La señora trae las sopaipillas en una bolsa.

-cuidado que están calientes-
-ya. Muchas gracias, chao bonita- le digo a la niña de los rulos. Me responde con una sonrisa.

-dile chao y cuidado con la lluvia- dice la señora.
-cuidado con la lluvia- repite la niña.
-sí, gracias-

Me voy con la bolsa hacia tu casa. Aparece un auto, por suerte pasa lento y no me arroja agua. Llueve como si el mundo se fuera a acabar, como dice mi madre.

Llego a la esquina de tu casa, veo gente, me escondo. Espero.

Te veo, eres tú. Abres la reja. Conversas con una persona. Es una mujer joven. No. No. No puede ser. No. Es la Amalia. Sí, es ella. Pero ¿por qué? ¿Qué hace en tu casa?

No lo puedo creer. Te abraza. Se despiden. Ella se sube a un auto azul. Le dices chao desde la puerta. Te entras, el auto parte.

Qué se supone que hago yo ahora. Siento el olor de las sopaipillas. Qué se supone que pienso yo ahora...

(Continuará...)


-TILLO-
Lunes, 17 de agosto de 2009 (16:24:43)