lunes, agosto 17, 2009

Brígida y Abdón XVIII

Escucho la lluvia. Miro por la ventana hacia la calle inundada. No hay autos, no hay gente, no hay forma de que mi mamá me deje ir a verte hoy. Estoy como ansiosa, estoy empezando a ponerme nerviosa. No me gusta el encierro, y creo que si tuviera que estar encerrada, sólo lo soportaría contigo. Ahora que lo pienso, en tu pieza nos la pasamos bien encerrados. En qué ira. ¿encierro compartido?

Pienso en la romántica historia de una pareja de ladrones, hombre y mujer, que se amen con locura. Sí, como los de Pulp Fiction. Sería bonito que si los atrapan, los encerraran juntos. Me imagino mucha pasión dentro de esa celda. Así sería bonito que atraparan a cualquiera. Así sería bonito salir a robar. Ajajajaa. O sea, me refiero a.....nada, esto de pensar en voz alta a veces termina confundiendo las cosas.

Tengo un plan, así de bandidos, para salir y escaparme a tu casa, pero si me llegan a pillar se acabó todo. Y no habrá celda compartida, nada de nada.

Tomo mi chaqueta, mi paraguas. Tengo mis botas puestas. Me pongo la chaqueta. Me armo de valor. Bajo la escala, con cautela. Me asomo, nadie a la vista. Abro la puerta, en silencio. Cierro, en silencio. Salgo al antejardín. Cruzo el portón. Cierro. Me golpea la ola de frío. Abro el paraguas. La lluvia azota fuerte. Tengo mis pies en un charco. Empiezo a caminar apurada hacia tu casa.

El agua cae en diagonal. Hay un viento que azota los árboles.

No hay nadie en la calle, no hay autos tampoco, es que es imposible andar. Me siento tan bien de ir hacia tu casa. Pronto te veré y estarás tan feliz de que te haya ido a visitar.

En una casa dice: "sopaipillas caseras". No lo pienso dos veces y golpeo la puerta. Me abre una niñita de rulos. De inmediato llega su madre.

-¿si?-
-hola, quiero unas sopaipillas-
-¿cuántas?-
-dos-
-¿cuántas monedas son, mami?- dice la niña de los rulos.
-dos, hija-
-son dos monedas-
-ahí están- le paso doscientos pesos en sus pequeñas manitos.

La señora trae las sopaipillas en una bolsa.

-cuidado que están calientes-
-ya. Muchas gracias, chao bonita- le digo a la niña de los rulos. Me responde con una sonrisa.

-dile chao y cuidado con la lluvia- dice la señora.
-cuidado con la lluvia- repite la niña.
-sí, gracias-

Me voy con la bolsa hacia tu casa. Aparece un auto, por suerte pasa lento y no me arroja agua. Llueve como si el mundo se fuera a acabar, como dice mi madre.

Llego a la esquina de tu casa, veo gente, me escondo. Espero.

Te veo, eres tú. Abres la reja. Conversas con una persona. Es una mujer joven. No. No. No puede ser. No. Es la Amalia. Sí, es ella. Pero ¿por qué? ¿Qué hace en tu casa?

No lo puedo creer. Te abraza. Se despiden. Ella se sube a un auto azul. Le dices chao desde la puerta. Te entras, el auto parte.

Qué se supone que hago yo ahora. Siento el olor de las sopaipillas. Qué se supone que pienso yo ahora...

(Continuará...)


-TILLO-
Lunes, 17 de agosto de 2009 (16:24:43)

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